La reforma de la arquitectura financiera mundial pretende ayudar a los países a que se beneficien de las corrientes internacionales de capital, y un elemento importante es ayudarlos a abrirse a esas corrientes de manera que se eviten riesgos y se subraye una preparación cuidadosa.
Gran parte del esfuerzo realizado para fortalecer la arquitectura financiera internacional conlleva un mayor grado de transparencia en los propios países. La clave de un sistema financiero internacional eficiente y estable se encuentra en la seguridad de que todas las partes tengan acceso a la mejor información disponible, al tiempo que se asegura la transparencia de la toma de decisiones. El FMI también tiene que saber explicarse mejor y prestar más atención a la experiencia y el asesoramiento del exterior. Sin embargo, no hay que olvidar que la responsabilidad directa del FMI se manifiesta ante los gobiernos de los países miembros.
La necesidad de discutir una reforma profunda a la arquitectura financiera internacional ha sido un tema que ha ido tomando la agenda internacional conforme las señales de recuperación en la economía global se han vuelto más sólidas.
En este proceso, el foro del G-20 ha adquirido gran relevancia internacional, la cual ha sido inicialmente impulsada por el gobierno de George Bush, y ha servido como punto de encuentro para la coordinación de medidas conjuntas entre las principales economías globales. Pero su evolución dista mucho de estar completa.
En este período se han aumentado los recursos del Fondo Monetario Internacional, transformando al Foro de Estabilidad Financiera (FSF) en una Junta de Estabilidad Financiera (FSB), dotado de mayores facultades de fiscalización.
A pesar de estos esfuerzos, la arquitectura financiera internacional, originada en los acuerdos de Bretton Woods, responde a un contexto político y económico más propio de la década de los setenta, y su diseño institucional no ha sido capaz de incorporar, de manera adecuada, a las economías emergentes, y en especial a los BRICS, importantes motores de crecimiento durante los últimos años.
Por este motivo, la discusión que ha surgido en torno a cómo mejorar las capacidades de las instituciones financieras internacionales para prevenir, administrar y resolver de manera eficaz las crisis financieras, cobra especial relevancia en el contexto que vive actualmente la economía internacional.
Junto con poder prevenir mejor las crisis financieras, una arquitectura financiera moderna requiere mecanismos de acción y ayuda rápidos y flexibles, particularmente para países que se ven afectados por una crisis originada en otra región del globo.
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