La crisis asiática, también conocida como la crisis financiera asiática, ocurrió a finales de la década de 1990 y afectó principalmente a varios países del Sureste Asiático, incluyendo Tailandia, Indonesia, Corea del Sur, Malasia y Filipinas. La crisis tuvo un impacto significativo en la economía global y dejó lecciones importantes para la gestión de crisis financieras. La crisis asiática comenzó en julio de 1997, cuando Tailandia experimentó dificultades en su sector financiero. El país había acumulado una gran cantidad de deuda externa y había financiado proyectos de inversión de alto riesgo. Cuando los inversionistas extranjeros perdieron confianza en la capacidad de Tailandia para pagar sus deudas, retiraron masivamente su capital del país. Esto llevó a una fuerte devaluación de la moneda tailandesa, el baht, y al colapso de su sector financiero. El pánico se extendió rápidamente a otros países de la región. Los inversionistas comenzaron a vender sus activos en otros mercados asi